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martes, 11 de junio de 2013

La vida de Guzmán de Alfarache

La novela picaresca, fundada con el Lazarillo de Tormes, culminó en el barroco con el éxito de Guzmán de Alfarache. Ambas se conviertieron en modelos de un tipo de narración que, posteriormente, presentó diversas formas e intenciones.

La vida de Guzmán de Alfarache

La vida de Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana, obra de Mateo Alemán, se publicó en dos partes: la primera en 1599, y la segunda, en 1604.

El Guzmán presenta dos planos discursivos: La narración de la vida de un pícaro y las constantes reflexiones morales del narrador, que obedecen a un propósito didáctico: contribuir al bien común con la doctrina y con el relato de la vida delictiva del protagonista, que muestra la existencia del engaño y la maldad del hombre: Todo anda revuelto, todo apriesta, todo enmarañado. No hallarás hombre con hombre; todos vivimos en asechanza los unos de los otros.

Guzmán de Alfarache se presenta como una autobiografía en la que se seleccionan aquellos episodios que determinan la evolución del protagonista.

Esta novela, profundamente pesimista, ejemplifica las creencias religiosas del autor. El hombre cuenta con el libre albedrío y, pese a la existencia del mal, puede conseguir la salvación por medio de la gracia divina, La finalidad didáctica abarca distintos aspectos de la vida. -éticos, sociales, culturales, económicos-, y por ello insiste en temas como la honra y el dinero.

La obra combina el estilo llano, las jergas y expresiones coloquiales con el lenguaje culto, la complejidad sintáctica y variados recursos expresivos. En el plano doctrinal sobresalen los discursos valorativos y universal: el narrador, Guzmán adulto, arrepentido de su pasado, cuenta sus aventuras y sermonea, pero se incluyen las valoraciones de Guzmanillo (el pícaro joven).


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